Existen personas que no saben respetar el espacio y los límites personales, a pesar de nuestras "armaduras psíquicas y emocionales", donde dejamos claro dónde están nuestras fronteras. Hay personas que las sortean y nos boicotean expresamente.
Espacio personal
Seguramente habrás escuchado alguna vez la expresión "necesito mi espacio personal". A menudo se asocia esta frase con la incomodidad y el agobio generados por estar demasiado cerca a nosotros (tan cerca que a veces nos ahogan o ahogamos al otro sin darnos cuenta, debido a la invasión del espacio personal).
El espacio físico que hay entre las personas es una fuente de comunicación muy valiosa y todos necesitamos esa esfera propia en la que podemos decidir cómo y cuándo compartir nuestro entorno y con quién queremos hacerlo.
El espacio personal se entiende como el espacio vital que rodea a las personas. Es un territorio privado, íntimo y exclusivo que nadie puede invadir o hacer suyo. No solo hace referencia al componente físico, sino que tiene también que ver con la invasión de otros estímulos, como el ruido, las emociones que otros transmiten, con la sobrecarga de información o con las constantes interrupciones en nuestros momentos de soledad o intimidad. A menudo se dice que hay personas que van por el mundo invadiendo espacios ajenos, pisoteando derechos y vulnerando privacidades.
¿Te has preguntado alguna vez por qué nos resulta tan incómodo tener demasiado cerca a un desconocido? Ocurre porque cuando notamos la cercanía de un extraño o de una persona conocida pero no cercana a nosotros. El espacio personal es un territorio sagrado, un mecanismo de defensa que se activa de forma instantánea cuando detecta el asedio no consentido.
Mientras más cerca esté la otra persona, más indicativo será de comodidad e intimidad de la relación que se mantiene. Invadir el espacio personal no es sólo cuestión de distancia, sino que involucra otros factores como el campo de visión o el calor corporal (razón por la que sin hablar puedes incomodar).
El concepto de "espacio personal" se refiere explícitamente a la distancia física entre dos personas que interactúan, la cual puede ser medida en metros y en centímetros. De esta forma se configuran varios tipos de distancia interpersonal.
Podemos distinguir cuatro tipos de distancias zonales en función de la distancia con la otra persona.
Zona íntima: se sitúa entre los 15 y los 45 cm. Es la distancia zonal más importante y es la que una persona cuida como su propiedad. Sólo se permite la entrada a los que están muy cerca de la persona en forma emocional como la pareja, los padres, los hijos, las mascotas, los amigos íntimos y los parientes cercanos, es decir, es el tipo de espacio reservado a las personas con las que se goza de mayor intimidad y confianza. Esta cercanía permite que la comunicación se pueda realizar mediante la mirada, el tacto o el roce. Es la distancia en la que tienen lugar las confidencias y las prácticas amorosas. Los sentidos entran en juego de manera intensa: podemos sentir el calor corporal y la textura de la piel a través del tacto, el olor de la transpiración o del perfume, etc.
Zona personal: se sitúa entre los 45 y 120 cm. Es la zona en la que existe si estiramos nuestros brazo y este tipo de espacio personal es el que se mantiene durante las reuniones de trabajo, conversaciones con los compañeros, charlas, reuniones o fiestas. En esta distancia, la vista empieza a tener un papel más preponderante y aunque pueda todavía influir algunos sentidos (olfato), éstos pasan a un segundo plano. El lenguaje no verbal adquiere un papel fundamental. Esta es la distancia en la que se da la interacción entre amigos y las conversaciones entre conocidos.
Zona social: se sitúa entre 1,2 y 3.5 metros. Es la gran distancia que mantenemos cuando vamos a tratar con desconocidos o con las personas con las que no tenemos ningún tipo de relación de amistad. Es la distancia para los contactos sociales de carácter formal, relaciones entre desconocidos, reuniones de negocios o fiestas de compromiso. El contacto físico es totalmente formal (por ejemplo, darse la mano), el tono de voz es más elevado y la actitud ante la interacción es más distante.
Zona pública: se sitúa entre los 3,5 y los 7 metros (o más). Es la distancia ideal para dirigirse a un grupo de personas. Se da en conferencia frente a un auditorio, clase de estudiantes, presentaciones de trabajo y charlas. La vista y la voz tienen un papel preponderante, aunque sin poder percibir pequeños detalles, gestos o modulaciones significativas. Es la distancia para las audiencias, las exposiciones y los discursos.
Las personas necesitamos de un espacio personal seguro para sentirnos protegidos, para reducir el estrés y para sentirnos enfocados. A su vez, el no poder disponer de un intervalo de tiempo para uno mismo, el ser vigilado o controlado es también una clara invasión a nuestro espacio personal.
Todos tenemos una burbuja que nos rodea y no falta aquel que no se da cuenta cuando está sobrepasando los límites. Esta burbuja no siempre tiene el mismo diámetro: su tamaño varía en función de la situación social y la percepción del tipo de interacción social que se mantiene.
Esa burbuja que nos rodea es como una segunda piel invisible, que si se trasgrede, puede llegar a ser motivo de conflicto. La mayor parte del tiempo no la sentimos, pero nos molesta cuando alguien la atraviesa sin nuestro permiso (se produce una ofensa).
Todos tenemos nuestras distancias y nuestro espacio vital depende de la del lugar en el que estemos y con quién nos relacionemos. La invasión de esta burbuja de protección, genera malestar y desconfianza, nos estresa, intimida y enfada. Necesitamos de este perímetro de seguridad, para sentirnos protegidos, ya que la distancia razonable que requerimos para evitar que se vulnere nuestra integridad o aquella que necesitaríamos, para defendernos frente a una posible amenaza. Nuestro territorio no solo concierne al espacio que guardamos frente a otra presencia física, afecta también al entorno que guardamos frente a otra presencia física, afecta también al entorno que nos rodea y a todos nuestros sentidos.
Se vulnera cuando alguien ocupa tu silla habitual, si mueven tus cosas o cogen alguna pertenencia sin permiso, ante la falta de un espacio de trabajo suficientemente holgado o incluso cuando nos sentimos desagradablemente invadidos por el olor corporal o perfume de otra persona.
El espacio personal no hace referencia solo a los centímetros justos que cada uno tolera respecto a la presencia física de los demás, ahí donde la voz, el aliento o el calor corporal ajeno, nos resulta incómodo o incluso amenazante. El espacio personal es también una burbuja que puede estallar ante cualquier tipo de estimulación psicosensorial.
El hecho de definir, delimitar y proteger nuestro espacio personal es una clave de supervivencia importante. Además, es un ejercicio de autoconocimiento donde entender que todos tenemos límites, líneas que nadie debe traspasar porque es ahí donde se contiene nuestro equilibrio, nuestra identidad, etc.
Recordamos la importancia del espacio personal cuando alguien no la respeta. En este sentido, sólo cuando algún confianzudo rompe esa "burbuja" invisible que nos rodea, descubrimos que el espacio circundante no es tan sólo aire, sino también, parte de nuestra intimidad.
Cuando alguien invade nuestro espacio personal, nuestro cuerpo reacciona. Es frecuente también que adoptemos una actitud a la defensiva (cruzarnos de brazos, fruncir el cejo, tensar los músculos o las tres acciones al mismo tiempo). Todas estas reacciones físicas no se producen "porque sí" y develan que el espacio personal está cargado de significado. El espacio personal es un indicador del vínculo que una a las personas, del sexo y de su cultura, es decir, la distancia con otra persona entonces depende de la cultura, así como también del sector social en el que se comunica (por ejemplo, el espacio personal tiende a ser más amplio en países escandinavos y más reducidos en las Américas; los británicos o japoneses son menos tolerantes hacia la proximidad corporal que los hispanohablantes o los habitantes de naciones árabes).
Como se dijo, la cultura, el género, el grado de confianza o estatus, van a determinar en gran medida las distancias a mantener. La proxémica es un potente indicador del tipo de relación que establecemos con otra persona y el cuerpo es el vehículo que empleamos para intimidar, desafiar, reforzar nuestro dominio y autoridad o bien, para sintonizar, conectar y propiciar espacios de colaboración con los demás y es que en cuestión de distancias, todo de vale.
Cada persona es diferente, la tolerancia al estrés o malestar, puede variar dependiendo del contexto. La transigencia a ceder parte de nuestro territorio, aumenta si la causa está justificada y es nuestro común que para superar este tipo de situaciones incómodas, tiremos de estrategias de evasión como leer un libro, escuchar música o jugar con el teléfono. Concentrarnos en nuestra atención en otra cosa, para apaciguar la tensión que generan las distancias cortas.
El espacio personal es una "prolongación de nuestro cuerpo", por eso, encierra una gran variedad de significados y hay aquí un motivo más para nunca caer en el simplismo de desestimar lo invisible.
Ralph Adolph y Daniel Kennedy (neurólogos de la Universidad de Caltech) descubrieron que la amígdala, una pequeña estructura en el cerebro, que se encarga de decirnos dónde están los límites de nuestro espacio personal. Este es un descubrimiento muy importante en tanto que nos revela algo esencial: es nuestro cerebro quien mide los límites personales de cada uno. Es como un botón de alarma que nos indica que algo o alguien nos molesta, que invade nuestra intimidad o vulnera nuestra integridad hasta resultarnos amenazantes.
Cabe decir que esos límites del espacio personal son distintos en cada persona. Hay quien a la mínima experimenta una sensación de agobio y estrés, mientras que otros tienen una tolerancia mucho mayor.
La proxémica es la ciencia que estudia la distancia física entre las personas y su significado en las interacciones, así como los efectos de nuestras interrelaciones en el uso del espacio. También nos recuerda que una de nuestras mayores fuentes de ansiedad, es ver cómo cada día nos sentimos más "hacinados" en todos los sentidos.
Respetar y proteger los límites personales es un principio de salud, equilibrio y bienestar. Pero no todo el mundo lo hace.
¿Por qué hay quien no considera que tenemos derecho a la privacidad? ¿Por qué hay personas que se entromete, invaden y boicotean nuestras barreras emocionales, mentales y incluso físicas? Hay personas incapaces de identificar los límites personales de otros.
Funciones del espacio personal
Regulación social: el respeto por el espacio personal de los demás es un fenómeno que tiene un fuerte componente cultural y que son aprendidos en los procesos de socialización (los niños no utilizan el espacio personal como los adultos). Ello nos lleva a considerar que el espacio personal se adquiere a través del aprendizaje social y que, convertido en norma social, a través de él, las personas aprenden a establecer interacciones sociales confortables y ajustadas a cada contexto, contribuyendo al funcionamiento de la sociedad.
Autoprotección: normalmente se asocia al espacio personal, el control de amenazas para la persona. No podemos negar que cuando alguien se acerca más de la cuenta, nuestro arousal (nivel de activación cerebral) se activa. Un espacio personal adecuado, permite establecer interacciones en las que la persona pueda sentirse segura y cómoda y establecer una buena regulación de la privacidad.
Comunicación: el espacio personal es una forma de comunicación no verbal. En función de la distancia que mantengamos con nuestro interlocutor, ofrecemos más o menos información y podremos comunicarnos con él, de manera más o menos efectiva y ajustada a la situación. Las distancias cortas sugieren un interés de la persona por continuar la interacción, mientras que distancias mayores suelen ser interpretadas como un deseo de evitar la interacción o sugerir interacciones de carácter más formal.
Señales delatoras
De forma innata e inconsciente, alejamos o acercamos nuestro cuerpo según la evaluación que hagamos de una persona o contexto.
Cuando alguien nos atrae, nos agrada o despierta nuestro interés, sentimos el deseo natural de aproximarnos, reforzando el vínculo y la sintonía.
Sin embargo, tomaremos distancia ante lo que nos hace sentir incómodos y rechazamos, bien sea una persona, una pregunta o una situación.
El cuerpo nos dará la respuesta de agrado o desagrado de las formas más sutiles. Un paso atrás o hacia adelante, una leve inclinación del torso o un ligero movimiento de la cabeza, todo comunica.
Poner límites no sólo resulta necesario, sino también saludable.
Personas que no respetan el espacio personal
De acuerdo con Ernest Hartmann, hay ciertos trastornos psicológicos y estilos de personalidad donde se es incapaz de identificar y respetar los códigos sociales tan básicos para la convivencia saludable.
Existen perfiles que son incapaces de identificar y respetar las señales sociales o incluso hay casos en los que, sabiendo que existen limites personales, y sociales, los trasgreden a propósito, como puede ser el caso de los psicópatas y los narcisistas, entre otros. En estos casos, hablamos ya de un trastorno de personalidad o cuando no se llega a tener un trastorno de este tipo, hablamos que a persona puede tener entonces un trastorno mental (no de personalidad, pero si de otro tipo) o simplemente se trata de personas confianzudas (aspecto que se explicará más adelante).
Como sabemos, no todas las personas respetan el los límites personales, pero ¿por qué?
Hay personas que no saben establecer sus límites personales y hay personas que desde pequeñas, nunca aprendieron a respetar esos limites y el espacio personal desde que eran niños (de pronto, porque nunca se los enseñaron o porque nunca maduraron).
Una de estas personas más transgresoras del espacio personal es el "confianzudo". El confianzudo es aquella persona que es atrevida y/o descarada en su trato con los demás.
Los confianzudos se extralimitan continuamente en el trato con otros, sin respetar los limites de los demás en muchos sentidos, como con la distancia personal, la forma de dirigirse a otros (tratar de tu cuando no hay confianza o usar palabras como "mi amor", "mamita/papito", etc., para referirse a alguien que acaba de conocer o con la que no se tiene mucha confianza), cambiar de sitio tus cosas o coger algo que no es suyo (tomar prestado algo sin preguntar o usarlo sin autorización) o como cuando se pasan de "frescos", debido a que no tienen la madurez como para asumir que todo en la vida debe ser "pagado", cuando menos con gratitud, entre otras conductas. Es decir, son personas tienden a tomarse excesivas confianzas y es muy descarado con otros, cuando no hay una justificación para ello.
Los confianzudos son personas sienten que la madre o el padre no le han dado su amor completo y sin darse cuenta, le quieren exigir a quien tiene una gentileza con ellos y creen que el mundo (la sociedad) es "su mamá o papá" y que les debe amor.
Otras personas que no suelen respetar los límites y el espacio personal, son aquellas que tenemos cerca (parejas, familiares, amigos), debido al factor emocional y la cercanía y porque piensan que por serlo, tienen el derecho a pedirnos, decirnos o hacernos ciertas cosas, sólo porque ellos son importantes para nosotros. Por eso es también necesario ponerles límites (al decir "si" cuando queríamos decir "no", afecta nuestra salud mental, emocional y sobre todo, nuestra autoestima.
Algunas de las formas en que las personas pueden no respetar los límites personales son:
Pidiendo o exigiendo favores.
Apropiándose de cosas que no les pertenecen porque sienten que tienen derecho a ello.
Boicoteando nuestras opiniones, decisiones, valores, creencias, etc.
Sorteando esos límites emocionales donde alguien sitúa sobre nosotros toda la culpa, toda la responsabilidad.
Tampoco nos podemos olvidar de esas barreras físicas donde determinadas personas pueden pensar en un momento dado, que tienen derecho a tocarnos, a cruzar ese límite donde lo permisible se vuelve ofensivo.
Qué hacer ante las personas que no saben respetar el espacio personal
Sin duda alguna, los problemas llegan cuando alguien no respeta las distancias. Para solucionar el problema de quien toca demasiado, no queda de otra que armarse de valor y decírselo. Dependiendo de la cercanía, podemos usar formas más directas o más indirectas (cuidadosas). Podemos explicarle que no es con mala intención, pero que no nos gusta que nos toquen. Probablemente la otra persona no se da cuenta de que está invadiendo nuestro espacio personal y no lo dejará de hacer hasta que le pidamos que deje de hacerlo.
Si alguien no sabe respetar el espacio personal, la primera pregunta que deberíamos hacernos es ¿he dejado bastante claro a los demás dónde están mis límites?, ¿he sido lo bastante firme para que los demás entiendas qué pueden y qué no pueden hacer?
Siempre hay perfiles con más tendencia a faltar el respeto, a verse con ese derecho a la hora de vulnerarnos. Sin embargo, existe una serie de aspectos sobre los límites personales que se deben tener en cuenta:
Nos ayudan a mejorar las relacione sociales. No sólo es recomendable hacer uso de ellos sino que son altamente necesarios.
Amar a alguien también implica saber decirle "no". Nadie pone un límite por egoísmo o maldad, sino que lo hace por bienestar psicológico, para respetar espacios. Es una clave para la salud.
Para prevenir que nos sintamos invadidos, es necesario tener en cuenta lo siguiente:
Aprender a detectar nuestras emociones: aunque esto puede parecer fácil, no lo es tanto, especialmente cuando estamos muy agitados e inquietos. Es primordial estar muy atentos a nuestras sensaciones físicas, ya que nos dan mucha información sobre nuestro mundo emocional.
Conocer nuestras necesidades anímicas: consiste en saber qué nos gusta, qué nos hace bien y qué no. Las personas tenemos diferentes necesidades afectivas puesto que éstas se forman en función del ambiente donde crecemos, nuestras amistades y las situaciones vitales a las que nos enfrentamos.
Marcar los límites: para conseguir marcar los límites, es importante haber trabajado el punto anterior y conocer nuestras necesidades. Si no sé qué necesito, ¿cómo voy a marcar límites con claridad? Ponemos límites cuando:
Decimos NO cuando no queremos y SÍ cuando lo deseamos o necesitamos.
Expresamos nuestras emociones sin intentar convencer y respetando a los demás. Actuamos sin miedo al conflicto. El conflicto no debe suponer una discusión. El conflicto es simplemente un desacuerdo y es fundamental aprender y soportar que los demás no estén de acuerdo con nuestras ideas o nuestro actos.
Procura que nuestros ambientes sean sanos: cuanto más cuidemos nuestros espacios, más facilidad tendremos para identificar cuando nos invaden.
Es nuestra responsabilidad cuidar de nuestro espacio emocional, es un acto de respeto y amor hacia uno mismo y en definitiva hacia los demás.
Una vida sin límites es como una casa sin muros. Los necesitamos con urgencia, necesitamos de ellos para tener cobijo, seguridad y un espacio donde contener lo que somos y necesitamos, por tanto, si hay alguien que no respeta esos límites, hay que dejarle claro con firmeza dónde están los nuestros.
Hay que ser claros a la hora de recordarle a esa persona qué es permisible y qué no lo es.
Asume que cuando delimitamos esos límites, es posible que la otra persona reaccione con cierto despecho, molestia o indignación. Quien está acostumbrado a traspasar barreras ajenas, no suele recibir con agrado una advertencia. A pesar de ello, insistiremos y lo haremos con asertividad.
Actúa con valor:
Con Valor intelectual defendiendo tus pensamientos
Con valor emocional protegiendo emociones y sentimientos
Habla con firmeza y valor físico para proteger aquello que es tuyo (posesiones y espacio personal).
Referencias Clemente, S. (2018). Edward T. Hall y el estudio del espacio personal. Consultado el 15 de julio de 2020 de la página https://lamenteesmaravillosa.com/edward-t-hall-y-el-estudio-del-espacio-personal/ El País. (Sin fecha). Cómo repeler una invasión del espacio personal (y mantener el íntimo libre de extraños). Consultado el 14 de julio de 2020 de la página https://elpais.com/elpais/2019/10/31/buenavida/1572519558_513385.html González, P. (2019). Mi espacio personal; mi territorio. Consultado el 15 de julio de 2020 de la página https://diariodeavisos.elespanol.com/2019/08/mi-espacio-personal-mi-territorio/ Mongrell, V. (Sin fecha). La importancia del espacio personal. Consultado el 14 de julio de 2020 de la página https://www.vix.com/es/imj/salud/6392/la-importancia-del-espacio-personal Redolosi, E. (2019). Psicología: El espacio personal y emocional. ¿Sientes que te invaden? Por Esther Redolosi. Consultado el 15 de julio de 2020 de la página http://costacadizcomunicacion.es/psicologia-el-espacio-personal-y-emocional-sientes-que-te-invaden-por-esther-redolosi/ RPP Noticias. (2013). El origen de los confianzudos. Consultado el 15 de julio de 2020 de la página https://rpp.pe/lima/actualidad/el-origen-de-los-confianzudos-noticia-586467?ref=rpp Sabater V. (2019). Respetar los límites personales: ¿por qué hay quien no lo hace?. Consultado el 15 de julio de la página https://lamenteesmaravillosa.com/respetar-los-limites-personales-por-que-hay-quien-no-lo-hace/ Sabater, V. (2017). Estrés y espacio personal: cuando invaden nuestra intimidad. Consultado el 14 de julio de 2020 de la página https://lamenteesmaravillosa.com/estres-y-espacio-personal-cuando-me-quedo-sin-intimidad/ Valera, S. (Sin fecha). Elementos básicos de psicología ambiental. Consultado el 14 de julio de la página http://www.ub.edu/psicologia_ambiental/unidad-3-tema-6-1
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