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Los trastornos disociativos son trastornos mentales que implican una desconexión y falta de continuidad entre pensamientos, recuerdos, acciones, identidad y entornos. Las personas con un trastorno de este tipo, escapan de la realidad de formas involuntarias y poco saludables, causando graves problemas en el funcionamiento diario.
En términos generales, los trastornos disociativos aparecen en reacciones a un trauma y ayudan a mantener los recuerdos difíciles controlados. Los síntomas pueden ir desde amnesia, hasta las identidades alternativas y dependen , en parte, del tipo de trastorno que se tenga. Los periodos de estrés pueden empeorar los síntomas, haciéndolos más evidentes.
Los trastornos disociativos se caracterizan por la alteración de las funciones integradoras de la consciencia, la identidad, la memoria y la percepción del entorno. Esta alteración puede ser repentina o gradual, transitoria o crónica.
Causas:
Los trastornos disociativos suelen manifestarse como una manera de afrontar los traumas. La mayoría de las veces, los trastornos se presentan en niños sometidos a maltrato emocional, abuso sexual o maltrato físico durante un largo tiempo, o bien, con menor frecuencia, a un entorno doméstico aterrador o muy impredecible.
La identidad personal aún está en formación durante la infancia. Por eso, un niño tiene una capacidad mayor que un adulto de despegarse de sí mismo y observar el trauma como si le estuviera pasando a otra persona. Un niño que aprende a disociar para superar una experiencia traumática puede usar ese mecanismo de superación como respuesta a situaciones estresantes en su vida.
Las personas que padecen maltrato físico, sexual o emocional en la infancia durante mucho tiempo corren mayor riesgo de manifestar trastornos disociativos.
Los niños y los adultos que pasan por otros sucesos traumáticos, como guerras, desastres naturales, secuestros, torturas o procedimientos médicos prolongados y traumatizantes en la niñez, también pueden tener estos trastornos.
Al darse un suceso traumático, es decir, una experiencia que no se logra procesar e integrar por la sobrecarga emocional, de sensaciones, por el sentido de amenaza y significado podría pasar a ser almacenado en un tipo de memoria que se asemeja a la memoria implícita (es un tipo de memoria en la que las experiencias previas ayudan en la ejecución de una tarea, sin que exista una percepción consciente de la existencia de esas experiencias, por ejemplo conducir o montar bicicleta), por la dificultad de ponerla en palabras, posiblemente por no hacer una conexión al lóbulo frontal.
Algunos autores proponen que las memorias no integradas tienden a persistir activas fuera de la conciencia por periodos indefinidos. La capacidad de un niño de integrar esa memoria va a diferir de un niño a otro y de los adultos.
Tipos de trastornos disociativos:
Amnesia disociativa: el principal síntoma es una pérdida de memoria que es más grave que un olvido normal y que no puede justificarse por la existencia de una enfermedad. No se puede recordar la información sobre si mismo ni sobre acontecimientos y personas de tu vida, en especial, los relacionados con un momento traumático. Consiste en una incapacidad para recordar información personal importante, generalmente de naturaleza traumática o estresante. En este trastorno se produce una alteración reversible de la memoria que impide al paciente recordar verbalmente experiencias previas. Estos episodios suelen aparecer tras acontecimientos traumáticos o situaciones muy estresantes. La amnesia disociativa puede presentarse, aunque no muy a menudo, de manera repentina. Es más probable que esta forma aguda de amnesia tenga lugar durante un acontecimiento bélico o después de una catástrofe natural. En la amnesia disociativa se han descrito varios tipos de alteración de la memoria:
Amnesia localizada: el individuo no puede recordar los acontecimientos que se han presentado durante un período de tiempo circunscrito, por lo general las primeras horas que siguen a un acontecimiento profundamente perturbador.
Amnesia selectiva: el individuo puede recordar algunos (aunque no todos) acontecimientos que se han presentado durante un período de tiempo circunscrito.
Amnesia generalizada: la imposibilidad de recordar abarca toda la vida del individuo. Las personas con este extraño trastorno acuden generalmente a la policía, al servicio de urgencias o al hospital general.
Amnesia sistematizada: es una pérdida de memoria para ciertos tipos de información, como los recuerdos relacionados con la propia familia o con alguien en particular.
Fuga disociativa: la característica esencial de este trastorno consiste en viajes repentinos e inesperados lejos del hogar o del puesto de trabajo, con incapacidad para recordar alguna parte o la totalidad del pasado del individuo, se acompaña de confusión sobre la identidad personal e incluso de la asunción de una nueva identidad. La mayoría de las fugas no implican la asunción de una nueva identidad. Si ésta se produce, normalmente se caracteriza por presentar rasgos más afiliativos y más desinhibidos que los que caracterizaban a la personalidad anterior. En tales casos, el individuo puede darse a sí mismo un nuevo nombre (incluso cambiando al género opuesto), elegir una nueva residencia y dedicarse a actividades sociales complejas que estén bien integradas y que no sugieren la presencia de un trastorno mental.
Trastorno de despersonalización: la característica esencial de este trastorno consiste en la presencia de episodios persistentes de despersonalización, caracterizados por la sensación de extrañeza o distanciamiento de uno mismo. El individuo se siente como si estuviera viviendo en un sueño o en una película. Puede existir la sensación de ser un observador externo de los procesos mentales, del propio cuerpo o de una parte de él. La despersonalización es una experiencia común, su diagnóstico debe realizarse sólo cuando la sintomatología sea lo suficientemente grave como para provocar malestar o deterioro de la actividad normal de la persona.
Trastorno de desrealización: es una alteración pasajera de la percepción o de la experiencia del mundo exterior del individuo de forma que aquel se presenta como extraño o irreal. Entre otros síntomas se incluyen las sensaciones de que el entorno del sujeto carece de espontaneidad, de profundidad o de matices emocionales. Es posible que otras personas y cosas que te rodean se perciban distantes, borrosas o como en un sueño, que el tiempo transcurra más lenta o más rápidamente y que el mundo parezca irreal.
Trastorno de identidad disociativo: anteriormente conocido como "personalidad múltiple", se caracteriza por "alternar" diferentes identidades. La característica esencial de este trastorno es la existencia de dos o más identidades o estados de la personalidad que controlan el comportamiento del individuo de modo recurrente. El trastorno de identidad disociativo refleja un fracaso en la integración de varios aspectos de la identidad, la memoria y la conciencia. Cada personalidad se vive como una historia personal, una imagen, una identidad e incluso un nombre distintos. Generalmente hay una identidad primaria con el nombre del individuo, que es pasiva, dependiente, culpable y depresiva. Las identidades alternantes poseen habitualmente diferentes nombres y rasgos que contrastan con la identidad primaria. En circunstancias muy concretas el individuo puede asumir determinadas identidades que pueden diferir en la edad, el sexo, el vocabulario, los conocimientos generales y el estado de ánimo Puede existir pérdida de memoria no sólo durante períodos de tiempo recurrentes, sino también una pérdida total de la memoria correspondiente a gran parte de la Infancia. Las personas con trastornos de identidad disociativo, en general también tienen amnesia disociativa y a menudo, sufren fuga disociativa.
Trastornos disociativos no especificados: se incluye esta categoría para los trastornos en los que la característica predominante es un síntoma disociativo (p. ej., alteración de las funciones normalmente integradas de la conciencia, memoria, identidad, o de la percepción del entorno) que no cumple los criterios para el diagnóstico de trastorno disociativo específico.
La disociación:
En psicología, el término "disociación" se usa para describir una amplía variedad de experiencias que pueden ir desde un leve distanciamiento del ambiente que nos rodea, hasta distanciamientos más graves de la experiencia emocional y física. La principal característica de todos los fenómenos disociativos consiste en el distanciamiento de la realidad, en contraste con la pérdida de la realidad (que es lo que ocurre en los trastornos psicóticos, como la esquizofrenia).
La disociación se genera como un mecanismo de defensa del yo ante un suceso que pone en disputa dos ideas o dos entendimientos y el sujeto evita la asociación entre la realidad consciente y el entendimiento del yo dentro del entorno, insensibilizando las emociones o sensaciones, para que estas sensaciones del hecho y como se perciben no se conecten y aísla en diversos casos la percepción de la situación, suprimiendo partes del hecho traumático o éste en su totalidad.
La disociación a menudo, es presentada como un continuo. En los casos leves, puede ser considerada como un mecanismo de adaptación o un mecanismo de defensa, con el que se intenta dominar, minimizar o tolerar el estrés, incluyendo el aburrimiento y el conflicto. En el extremo no patológico del continuo, la disociación describe hechos comunes como el soñar despierto mientras se conduce un vehículo. Avanzando a lo largo del continuo se encuentran estados alterados de la conciencia no patológicos. La disociación más patológica, por otro lado, corresponde a los trastornos disociativos, incluyendo la amnesia y fuga disociativa, de despersonalización y desrealización(con o sin alteración de la identidad personal o la autoconciencia) y finalmente, el trastorno de identidad disociativo.
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Putman afirma que la disociación ocurre a lo largo de un continuo, como se ha anotado antes, hasta llegar al final del proceso (la personalidad múltiple) donde las formas patológicas de la disociación se caracterizan por una importante perturbación de la memoria o una percepción disfórica del sentido del yo. Él opina también que en la práctica, la división de las diferentes formas de disociación no resulta tan clara como lo señala el manual diagnóstico DSM-IV, sino que cada una aparece simultáneamente o por etapas.
Una disociación es disfuncional o patológica, cuando:
Un individuo no es consciente o capaz de controlar sus respuestas disociativas.
Las respuestas disociativas ocurren en momentos inapropiados.
La intensidad de las respuestas perjudica su vida.
La disociación contempla la incapacidad de integrar los elementos de la experiencia y está situada a lo largo de un continuo de distinto grado de intensidad y gravedad, en los que están relacionados los estados de conciencia, el trauma y la unidad del yo. Todos tenemos la capacidad de disociarnos.
La disociación puede ser :
Vertical: implicaría una disminución del nivel de conciencia, donde parte de lo que hacemos, sentimos, pensamos etc. Está por debajo del nivel de conciencia. Implica una fragmentación entre distintos estados de consciencia, no necesariamente graduables en función de un nivel. En este tipo de disociación, se habla es de represión. La información reprimida suele estar encubierta y fragmentada, y aunque llegue a la conciencia, sus significados están ocultos (p. e., en sueños o lapsus del lenguaje). El descubrimiento de la información reprimida a menudo requiere la repetición de varios ensayos mediante interrogatorios intensos, psicoterapia o psicoanálisis, con su posterior interpretación (es decir, los sueños). En la represión, la psicoterapia clásica implica la interpretación, incluyendo la elaboración de transferencia.
Horizontal: donde no hay una disminución del nivel de conciencia sino que ésta está fragmentada. En este caso, existen distintos sistemas mentales no integrados, dentro de una misma persona, en esto consisten los antiguamente llamados trastornos de personalidad múltiple, actualmente denominados trastornos de identidad disociativos. En la disociación, la organización estructural de los contenidos mentales es horizontal, con subunidades de informaciones separadas pero igualmente accesibles a la conciencia. La información disociada se almacena sin transformarse (y en forma delimitada). A menudo, la recuperación de los datos disociados es directa. Para ello se emplean técnicas, como la hipnosis, que permitan acceder a los recuerdos ocultos. En la disociación, el objetivo central de la psicoterapia es la integración, mediante el control de acceso a los estados disociados y la elaboración de los recuerdo traumáticos.
En la disociación, la información se mantiene fuera de la conciencia durante un período concreto, claramente delimitado. Normalmente esos datos están relacionados con una experiencia traumática, mientras que la información reprimida puede provenir de diversas experiencias, temores o deseos dispersos a lo largo del tiempo. La disociación parece suscitarse sobre todo como una defensa después de episodios de trauma físico, mientras que la represión es una respuesta a los temores y deseos ocultos, o a otros conflictos dinámicos.
Para la teoría de la disociación estructural, el trauma conlleva a esta división de los sistemas que conforman la personalidad del individuo. Esta separación que, se desarrolla como una defensa al trauma y queda establecida posteriormente como un patrón de respuesta estable, que tiende a reproducirse automáticamente. Así pues, una o más partes de la personalidad quedan fijadas al trauma, mientras que otras partes permiten desarrollar a la persona una vida cotidiana aparentemente normal, señalando que ésta, es una normalidad solo aparente dado que se busca evitar física y mentalmente todo aquello que pueda relacionarse con el trauma. La persona desarrolla así una serie de comportamiento fóbicos que buscan evitar aquello que recuerde al trauma.
La traumatización para Van der Hart, implica en esencia un cierto grado de división o disociación de los sistemas psicobiosociales que constituyen la personad del sujeto. La personalidad normal se considera como la organización dinámica dentro del individuo de los sistemas biopsicosociales que determinan sus acciones características.
Estos sistemas biopsicosociales se denominan sistemas de acción y se dividen en dos tipos:
Orientados a la supervivencia: comer, descansar, trabajar, estudiar, explorar, apego al cuidador, apego a las crías, aislamiento para curar heridas, etc.
Orientados a la defensa frente a una amenaza: lucha, huída, sumisión, congelamiento, grito de ayuda, aislamiento para curar heridas, etc.
En la disociación se produce una escisión (división) entre ambos sistemas. Una o más de las partes disociadas de la personalidad del sujeto, evitan los recuerdos traumáticos y desempeñan las funciones de la vida diaria, mientras que una o más partes de ella, siguen fijadas a las experiencias traumáticas y a las acciones defensivas.
La parte de la personalidad fijada a la defensa y a la reexperimentación del trauma, se denomina "parte de la personalidad emocional (PE)". Esta parte contiene recuerdos traumáticos que son diferentes de la memoria autobiográfica, en cuanto a que se trata de experiencias primariamente somatosensoriales, emocionalmente intensas, alucinatorias, fragmentarias e involuntarias. La PE está usualmente atascada en la experiencia traumática, experimentando vívidas y abrumadoras memorias sensoriomotoras del evento traumático. Muchos experimentan lo que se les llama “emociones vehementes” (miedo intenso, indefensión, horror, enojo, culpa, vergüenza, impotencia) que son abrumadoras y desestabilizantes.
Otra parte de la personalidad debe seguir con la vida cotidiana y para ello, evita los contenidos traumáticos. Esta parte es denominada por estos autores "parte de la personalidad aparentemente normal (PAN)", es decir, es la parte de la personalidad que se esfuerza por vivir una vida normal, pero solo aparentemente normal. La PAN evita fóbicamente cualquier recuerdo de la experiencia traumática. Esta evitación puede ser voluntaria o involuntaria ya que, frecuentemente ni siquiera está consciente de un trauma. Pudiera solo saber que cierto tipo de cosas son desagradables (por ejemplo, hablar con el padre o mirar su fotografía).
Algunos expertos en trastornos derivados del trauma critican la clasificación de los trastornos relacionados al trauma en el DSM y la CIE, por lo que se han propuesto un espectro de síntomas relacionados al trauma y a los trastornos relacionados al trauma.
De acuerdo con esto, hay tres tipos de disociación:
Disociación estructural primaria: es la menos grave y es definida como la “intrusión en la conciencia consciente de recuerdos traumáticos fragmentados, principalmente en forma sensorial más que verbal”. Esta implica revivir los recuerdos como si estuvieran ocurriendo en el momento mismo en que sucedieron. Encontramos una parte de la personalidad aparentemente normal (PAN) y una parte de la personalidad emocional (PE). En este grado vemos el trastorno de estrés postraumático y los trastornos disociativos simples como la despersonalización y la desrealización. La parte de la personalidad emocional, cuando gana completo control de la consciencia, pierde la noción de que está en el presente, vive atorado en el evento traumático, sintiéndolo como si le estuviera pasando en ese momento. La personalidad aparentemente normal vive evitando estas intrusiones. En este grado encontramos trastorno de estrés postraumático y trastornos disociativos simples.
Disociación estructural secundaria: es el segundo grado que encontramos una parte de la personalidad aparentemente normal y múltiples parte de la personalidad emocional. Se trata del abandono mental del cuerpo durante los momentos del trauma y la observación de lo que ocurre desde cierta distancia. También es llamada disociación peritraumática y se emplea para anestesiar el dolor. Cuando el trauma inicia a una edad más temprana, se prolonga mucho más y/o es perpetrado o facilitado por el cuidado el niño (apego desorganizado), la disociación primaria no será suficiente para mantener la estabilidad. Aquí encontramos la mayor cantidad de trastornos de trauma: trastorno de estrés postraumático complejo, el trastorno límite de la personalidad derivado del trauma y el trastorno de estrés agudo, otros trastornos disociativos específicos (o TID parcial) y encontramos patrones de apego desorganizado, donde el niño no logró formar un apego seguro hacia el cuidador, siendo éste inconsistente (amenazante y abusivo en un momento y cariñoso en otro).
Disociación estructural terciaria: es el tercer grado y el más severo. Se refiere al desarrollo de diversos “estados del yo” que además, contiene una experiencia traumática o identidades complejas con patrones cognitivos, afectivos y conductuales distintivas. Estos son centrales al perfil diagnóstico del TID. Encontramos el trastorno de identidad disociativo. Las causas son similares al segundo grado, pero en este grado pudieron ser más severas o el niño pudo tener menos recursos mentales y físicos para lidiar con el trauma. No era suficiente tener una sola parte de la personalidad aparentemente normal, porque la vida diaria era insostenible y requiere disociarla, organizarla y segmentarla también. Esto puede ser porque la vida diaria no es segura, porque el niño jamás fue consolado ni se le ayudó a procesar cada evento. La barrera amnésica es mucho mayor y puede variar entre cada parte. Las partes de la personalidad aparentemente normal pueden incluso evitar a otras partes de la personalidad aparentemente normal, lo que incrementa la separación. Pueden o no ser conscientes de las demás partes.
Un aspecto importante es que las partes disociadas pueden permanecer en un estado de latencia, pueden no expresarse hasta que haya algún estímulo externo que las active. La ocurrencia de algo que se asemeje o recuerde a la situación traumática original, puede provocar el acceso a éstas memorias somatosensoriales de manera involuntaria.
Síntomas:
Los signos y síntomas dependen del tipo de trastornos disociativos que tengas, pero pueden comprender:
Amnesia o pérdida e memoria de ciertos periodos, sucesos, personas e información personal.
Sensación de estar separado de ti mismo y de tus emociones.
Percepción de que las personas y cosas que te rodean están distorsionadas o son irreales.
Un sentido confuso de la identidad.
Estrés significativo o problemas en tus relaciones personales, tu trabajo y otros ámbitos importantes de tu vida.
Incapacidad para afrontar el estrés emocional o profesional.
Problemas de salud mental como depresión, ansiedad y pensamientos o comportamientos suicidas.
Las partes disociadas se manifiestan en forma de síntomas disociativos como amnesia, flashbacks, síntomas psicosomáticos, lapsos de tiempo de los que la persona parece no tener conciencia o en los que se comporta de una manera distinta a la habitual, problemas con el control de impulsos, conductas delictivas, abuso de sustancias, entrar en patrones de revictimización y un largo etc., de hecho es común encontrar que estas problemáticas han sido etiquetadas bajo otros diagnósticos, sin que haya sido indagado su posible origen traumático.
Un ejemplo de este proceso es el que sucede en los abusos en la infancia, el niño/a puede reaccionar “desconectándose” de su cuerpo como un mecanismo de supervivencia, a esto puede añadirse el hecho de que si éstos abusos son perpetrados por una figura que debía protegerle, en la mente del niño/a se hace imposible la coexistencia de esos sentimientos opuestos, no es posible amar y odiar a la vez a la misma persona, por lo que la escisión y fragmentación de la personalidad puede ser la única salida.
Una característica importante de estos fenómenos son los llamados “momentos perdidos”, donde la persona puede encontrarse en un lugar sin saber porqué o para qué ha ido, puede no recordar haber hecho algo cuando hay evidencias claras de ello, esto se debe a que una de parte de su personalidad realiza la acción sin que otra parte tenga conciencia de ello.
El tiempo puede vivirse también de manera disociada, la sensación del tiempo puede distorsionarse pasando demasiado lento o demasiado rápido. Puede darse una especie de distanciamiento de uno mismo o de su cuerpo, como si algo no les hubiese ocurrido realmente o tener la sensación de que fue un sueño, pueden mostrar insensibilidad para alguna sensación o mostrar una desconexión emocional. Alguna parte disociada puede irrumpir e interferir en la actividad de otra, con recuerdos, pensamientos, sensaciones, conductas, o deseos, que hacen confundir el pasado con el presente.
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